Children of men es la única incursión en la ciencia ficción de la novelista P.D. James después de toda una vida dedicada al género policiaco.
La adaptación de ésta, su penúltima obra ha corrido a cargo del mexicano Alfonso Cuarón, quien, tras Y tu mamá también y la tercera entrega del niño mago Harry Potter, se había convertido en un valor seguro para la taquilla y para gran parte de la crítica. Conforma junto con Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro una terna de paisanos irreprochables en el plano visual y muy estimulantes en su faceta alegórica. Como dijo el propio Cuarón en la rueda de prensa de presentación de esta cinta en la penúltima edición del Festival de Cine de San Sebastián, la suya es una “visión desoladora del futuro en la que, sin embargo, hay un lugar importante para la esperanza”. Precisamente de salvaguardar esa esperanza en un mundo estéril en el que no se producen más alumbramientos se encarga el antihéroe Clive Owen (Closer, Sin City, El rey Arturo), que se consolida como un artesano confiable a la hora de sostener el peso de grandes superproducciones.
La narración de Cuarón es arrolladora en el planteamiento de su estimulante premisa y también en su desenlace, que tiene similitudes razonables con la spilbergiana Salvar al soldado Ryan. Lo único de lo que adolece este conato de obra maestra del género es de un desarrollo de la acción algo torpe y deslabazada a los medios, que entorpece un discurso aterrador.
La adaptación de ésta, su penúltima obra ha corrido a cargo del mexicano Alfonso Cuarón, quien, tras Y tu mamá también y la tercera entrega del niño mago Harry Potter, se había convertido en un valor seguro para la taquilla y para gran parte de la crítica. Conforma junto con Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro una terna de paisanos irreprochables en el plano visual y muy estimulantes en su faceta alegórica. Como dijo el propio Cuarón en la rueda de prensa de presentación de esta cinta en la penúltima edición del Festival de Cine de San Sebastián, la suya es una “visión desoladora del futuro en la que, sin embargo, hay un lugar importante para la esperanza”. Precisamente de salvaguardar esa esperanza en un mundo estéril en el que no se producen más alumbramientos se encarga el antihéroe Clive Owen (Closer, Sin City, El rey Arturo), que se consolida como un artesano confiable a la hora de sostener el peso de grandes superproducciones.
La narración de Cuarón es arrolladora en el planteamiento de su estimulante premisa y también en su desenlace, que tiene similitudes razonables con la spilbergiana Salvar al soldado Ryan. Lo único de lo que adolece este conato de obra maestra del género es de un desarrollo de la acción algo torpe y deslabazada a los medios, que entorpece un discurso aterrador.
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