27 sept 2007

San Sebastián (Día 8)

Aquí va un poema que viene al caso: "Hoy me voy". Me despediré de las hamburguesas de batalla, de los pintxos diseñados para las élites, de las mareas cambiantes y románticas y de la lluvia perpetua. Lluvia que cae de arriba, de abajo y de lado. Si saco un rato, un día de estos escribiré largo y tendido sobre la Chica del Café, la que me regaló mil expressos entre peli y peli para que no desfalleciera en mi empresa cinéfaga. El caso es que un día, charlando con ella, le dije: "quedan tres días para irme y ya no me sale rentable comprarme un paraguas, así que sobreviviré a base de capuchas y de andar deprisa". "Buena idea", respondió mientras apuraba su propio café, "en Donosti no te iba a servir de nada... aquí llueve de lado".

Maja la Chica del Café, con sus historias de Dubai y Suecia, con sus miles de proyectos nómadas agolpados en su cabeza soñadora. Dentro de un mes emigrará a no sé dónde para hacer proyectos que mejoraran la vida de los demás. Estos días ha mejorado la mía, regalándome sus cafés sólos "que se me acabó la leche el primer día" de promoción. Bye, bye, Chica del Café.


Ekko (Anders Morgenthaler, 2007 - Zabaltegui)


Esta va de un poli divorciado que secuestra a su hijo porque no está dispuesto a compartir la custodia. Lo que podría ser un brillante estudio de las relaciones paternofiliales, con poso trascendental incluido, se convierte en su segunda escena en un truculento pasquín de sustos efectistas que salpican el retrato de un trauma de infancia del protagonista. El presente bebe del pasado. La historia se repite. Nada que no hayamos visto muchas veces ya. Los actores parecen interesantes en un principio, pero poco después cansan. El final viene telegrafiado desde que se dispara el conflicto. Así que, no, Ekko no es de lo mejor de la cosecha 2007, aunque el gran Peter Stormare tenga un agradecido cameo.


Un funeral de muerte (Frank Oz, 2007 - Zabaltegui)


Una de las concesiones a la comercialidad de la sección paralela que esperan los críticos con ansia para desahogarse con risas que llevan conteniendo días es la nueva obra del director Frank Oz. Todos los años hay algo de este palo. Como un caramelo que le das al niño rechoncho que está a dieta después de haber comido acelgas toda la semana. Es una especie de acto de caridad, para que no se desmorone, para que no nos desmoronemos.

Oz, que como genio visionario (creó Los Teleñecos) o como icono groupie (da voz de Yoda) no tiene quien le tosa, es otra cosa como director. Es un realizador limitado, con una filmografía llena de películas estimables (La pequeña tienda de los horrores, ¿Qué pasa con Bob?, The score) pero sin ninguna obra maestra. El inglés abandona los repartos llenos de megaestrellas hollywoodienses por un momento y posa su mirada en una comedia vodevilesca enmarcada en un funeral surrealista. El título, la verdad, sutil no es.

Un funeral de muerte cuenta con grandes interpretaciones (especial mención para Alan Tudyk) de un buen puñado de actores desconocidos para el público de fuera de las islas y sigue un esquema similar al de otras comedias que han funcionado muy bien en las pantallas españolas como El jardín de la alegría o La chica del calendario. Supone esta película un buen bálsamo contra tanto cine oriental minimalista o grotesco, como una dosis de aire fresco del monte, no sé si el simil es lo suficientemente gráfico.


Berlin (Julian Schnabel, 2007 - Zabaltegui)



Schnabel, enemigo publico número 1 de este blog, estrena su segunda película en dos días. Aquí no le puedo reprochar nada. Pone la cámara donde debe estar y filma la obra magna y maldita del genio Lou Reed. "Berlin" fue grabado en 1973 suponiendo un gran fracaso comercial. Durante los siguientes 33 años, el de Nueva York nunca interpretó el disco en directo. En diciembre de 2006, Reed interpretó en el St. Ann´s Warehouse de Brookyln "el disco más triste de la historia", según parte de la crítica.

Este documental recoge sin estridencias un especatáculo audiovisual de usar y tirar. No aporta demasiado a un LP que me ha gastado los oídos aunque tiene trascendencia por lo que supone desenterrar un mito. La puesta en escena no quiere quitar nunca protagonismo al cantante y se dedica a ser testigo de una interpretación ortodoxa y esmerada, sin fantasmadas. Antony (de Antony and the Johnsons) protagoniza junto al maestro algunos de los momentos más desgarradores en sus participaciones a lo largo del concierto. Tiene una voz que no pertenece a este planeta. Una voz que al propio Lou Reed le hace llorar cada vez que entona su himno "Pefect day".


Dos ruedas de prensa que derribaron a dos mitos

Primero Samuel y luego Lou. Dos celebridades, dos mitos, dos caídas. Con sus rarezas, sus egos y su poca condescendencia con un público entregado, los inofensivos periodistas dispuestos a mandar besos en forma de crónicas fueron ninguneados por el uno y después por el otro. Tratados como delincuentes por dos de sus dioses.

Jackson hizo construir una improvisada barrera de seguridad para que nadie le mendigara su valiosísimo autógrafo. Como si su aliento vital se perdiera en parte cada vez que plasma su nombre en un papel o fotografía.

Reed, a continuación tuvo la santa idea de no dejarse fotografiar después de llegar 15 minutos tarde. Ya en la arena contestó de mala gana sólo a las preguntas que tenían el nivel de inteligencia necesario por él estimado. Sin mirar a la entregada concurrencia en apenas ningún instante, parecía más interesado en que el café que él mismo se sirvió durante la rueda de prensa estuviera a 40 grados exactos que a lo que esos reporteros pordioseros tuvieran a bien preguntarle. Luego se quejó de que nos habíamos quejado por su retraso. No es verdad. Nadie abrió su maldita boca, os lo digo yo.


La princesa de Nebraska (Wayne Wang, 2007 - Zabaltegui)


No se me ocurre absolutamente nada mejor que degustar la segunda obra que Wang ha traído bajo el brazo apenas dos horas antes de cargar mis muchas maletas en el bus nocturno que me lleve de vuelta al mundo real. The princess of Nebraska es experimental, grabada en digital de manera casi improvisada y protagonizada por una actriz no profesional. La historia habla de una joven china embarazada de cuatro meses e ignorada por su enamorado. Le digo a Juan que no me ha aportado ningún punto de vista nuevo sobre el aborto que no hubiera contemplado ya. Le digo que el digital me resulta ampuloso cuando no es preciso, cuando no sabe a donde va, cuando se sustenta tanto en el montaje. Me digo a mí que soy tonto por no entender la metáfora final. El plano donde Antony interpreta sin interrupciones "Hope there´s someone".

Wang nos dice que no sabe lo que nos ha querido decir con ella, que para él era sugerente y bella. Asombra ver a una persona de carne y hueso sin pretensiones. Dejándose llevar por los instintos. Desencriptable por que no hay cripta que abrir. Un hombre listo, bueno y sencillo del que acabo de ver una peliculita que no me gusta (entera; sé que cuando vea zappeando alguna de sus escenas sueltas me hipnotizarán por su fuerza), pero que ha parido lo mejor que he visto en la Sección Oficial (Mil años de oración) y, en su día, la película por la que empecé a ver películas, Smoke. Uno de los últimos hombres justos.

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