Hace unos meses se estrenó casi desapercibidamente la estimable Secretos compartidos, que planteaba el tema tabú de las parejas en las que la mujer es sensiblemente mayor que el varón. Uma Thurman se enamoraba de un muchacho que no quiere renunciar al amor de su vida por culpa de la dictadura de la opinión pública. El defecto en que caía la propuesta del director Ben Younger era la trama de vodevil en que desembocaba el prometedor comienzo: Uma se exorciza de sus complejos de asaltacunas con una psiquiatra judía (Meryl Streep) que para más INRI es la madre de su novio. Mientras tanto la relación flaquea, surgen las dudas y los cimientos del idilio se desmoronan. Todo muy excesivo pero resuelto con madurez, sin blandenguerías.
Lo nuevo de Jennifer Aniston y Vince Vaughn, Separados, también se ocupa de las desavenencias maritales con un comienzo tan arrollador que, (en cinco minutos, contando con los títulos de crédito, queda expuesto el cortejo, la los buenos tiempos y el conflicto dramático), nos plantamos en el minuto diez con todo el metraje para arreglar, o no, el plebiscito.
Lo que diferencia a las dos películas es que mientras la primera necesita apoyarse en infidelidades que empañan cualquier pacto de amor entre dos individuos, Separados encuentra sus crisis en situaciones cotidianas como pelearse por si la tapa del váter ha de estar levantada o no. A partir de ahí se desata una tragedia cotidiana pasivo-agresiva cargada de violencia implícita con la que todos los que hayan vivido en pareja podrán identificarse esbozando una sonrisa queda. No obstante, toda la amargura se desliza periódicamente por un sumidero que Peyton Reed dibuja dando rienda suelta al talento innato para la comedia de estas dos bestias pardas del humor gestual.
No es el único valor de esta destacada pareja porque Vaughn es un portento además del humor verborreico y surrealista. Oculto entre bambalinas hasta ahora, pasando por ser el más modesto de una troupe formada por Ben Stiller, Owen Wilson o Will Ferrell, se desmarca tras De boda en boda y esta Separados como uno de los genios cómicos más a tener en cuenta en la actualidad. Cuando Jim Carrey luce un tanto desorientado, la presencia de Vaughn, y de otros nuevos rostros como Steve Carell, en el star system garantiza todavía carcajadas en los patios de butacas. Por otra parte, Jennifer Aniston, que tras su paso por la emblemática serie Friends parecía haberle cogido el gusto al drama vuelve a sus raíces y demuestra que desplegando encanto sutil y poniendo caritas no tiene igual.
Secundados por Jon Favreau, Vincent D´Onofrio, Jason Bateman y Judy Davis, la infeliz pareja hace una revisitación contemporánea a La guerra de los Rose en donde ninguno de los dos termina de ser santo ni demonio, lo que no impide que cualquier espectador pueda preferir a uno de los dos. Lo más probable es que ellos simpaticen con la irresponsabilidad de Gary (Vaughn) y su incapacidad para el compromiso. Ellas se solidarizarán con la desolación de una Jennifer (Brooke) carente de atención. Clichés sí, pero nada alejados de nuestra cotidianeidad.
No hay concesiones al romanticismo fácil en esta agridulce trama, que no adolece de un final convencional con emotivo discurso prometedor incluido. Toda la comedia sirve como macguffin para hacernos olvidar que por más amor que exista, la felicidad sólo es maná del que beben unos pocos. Máxima parecida a la que apela Secretos compartidos, sólo que mejor.
Lo nuevo de Jennifer Aniston y Vince Vaughn, Separados, también se ocupa de las desavenencias maritales con un comienzo tan arrollador que, (en cinco minutos, contando con los títulos de crédito, queda expuesto el cortejo, la los buenos tiempos y el conflicto dramático), nos plantamos en el minuto diez con todo el metraje para arreglar, o no, el plebiscito.
Lo que diferencia a las dos películas es que mientras la primera necesita apoyarse en infidelidades que empañan cualquier pacto de amor entre dos individuos, Separados encuentra sus crisis en situaciones cotidianas como pelearse por si la tapa del váter ha de estar levantada o no. A partir de ahí se desata una tragedia cotidiana pasivo-agresiva cargada de violencia implícita con la que todos los que hayan vivido en pareja podrán identificarse esbozando una sonrisa queda. No obstante, toda la amargura se desliza periódicamente por un sumidero que Peyton Reed dibuja dando rienda suelta al talento innato para la comedia de estas dos bestias pardas del humor gestual.
No es el único valor de esta destacada pareja porque Vaughn es un portento además del humor verborreico y surrealista. Oculto entre bambalinas hasta ahora, pasando por ser el más modesto de una troupe formada por Ben Stiller, Owen Wilson o Will Ferrell, se desmarca tras De boda en boda y esta Separados como uno de los genios cómicos más a tener en cuenta en la actualidad. Cuando Jim Carrey luce un tanto desorientado, la presencia de Vaughn, y de otros nuevos rostros como Steve Carell, en el star system garantiza todavía carcajadas en los patios de butacas. Por otra parte, Jennifer Aniston, que tras su paso por la emblemática serie Friends parecía haberle cogido el gusto al drama vuelve a sus raíces y demuestra que desplegando encanto sutil y poniendo caritas no tiene igual.
Secundados por Jon Favreau, Vincent D´Onofrio, Jason Bateman y Judy Davis, la infeliz pareja hace una revisitación contemporánea a La guerra de los Rose en donde ninguno de los dos termina de ser santo ni demonio, lo que no impide que cualquier espectador pueda preferir a uno de los dos. Lo más probable es que ellos simpaticen con la irresponsabilidad de Gary (Vaughn) y su incapacidad para el compromiso. Ellas se solidarizarán con la desolación de una Jennifer (Brooke) carente de atención. Clichés sí, pero nada alejados de nuestra cotidianeidad.
No hay concesiones al romanticismo fácil en esta agridulce trama, que no adolece de un final convencional con emotivo discurso prometedor incluido. Toda la comedia sirve como macguffin para hacernos olvidar que por más amor que exista, la felicidad sólo es maná del que beben unos pocos. Máxima parecida a la que apela Secretos compartidos, sólo que mejor.
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