8 jun 2008

TV: Extras


Este es tan buen momento como cualquier otro para hablar de Extras. No es la típica serie de la que puedas hablar con casi nadie, porque casi nadie la ha visto. Hay gente con la que puedes hablar de The Office, pero de la Steve Carell, no de la de Ricky Gervais. Ricky Gervais, a ver si nos aclaramos, es el Dios de la comedia británica. Lo que antes fueron los Monty Python ahora es Gervais. Me he enterado de que este gordito de poco pelo y colmillos afilados acaba de dar plantón a Woody Allen por segunda vez en los últimos tres años porque cree que ya no es gracioso. Un tipo que es capaz de decir que W. no es gracioso, o es muy prepotente o un genio del humor. Yo he visto Extras, y creo que la parte que se cumple de la anterior ecuación es la segunda.

Os meto en harina. La versión británica de The Office es tan o más divertida que la americana. De hecho, los guiones de la primera temporada de la versión de NBC eran calcados a los de la BBC. Y Gervais, en su faceta de actor, no desmerece para nada a Carell. De hecho, es capaz de proyectar una repugnancia física que el suicida de Little Miss Sunshine no alcanza. No me quiero extender, sólo quiero que sepáis que The Office en sus dos versiones es una de las mejores comedias que se pueden disfrutar en la actualidad. Y Gervais es el jefe de todo ello (produce, dirige, escribe y actúa).

Extras es más de lo mismo pero en estado bruto. Si la miseria humana es la materia prima de Dunder Mifflin, en Extras se encuentra sin cortar. El uso de los silencios incómodos, pero no al modo de Mia y Vince, incómodos de verdad, es todo un descubrimiento en la escala de la amargura insolventable. Hay dos protagonistas principales en la serie: Andy Millman (Gervais) y Maggie Jacobs (AshleyJensen). Todo lo demás es mutable. La premisa es simple: un actor de renombre trabaja como estrella en una película en la que ambos hacen de figurantes. La marciana relación que ambos establecen con Samuel L. Jackson, Daniel Radcliffe, Ben Stiller o Kate Winslet es la rueda de molino de cada capítulo de 28 minutos. La tensión se corta con cuchillo. La miseria de Millman y la estupidez de Jacobs son tan perennes como los días del calendario. Se producirá el equívoco, la ofensa, la tensión y, al final, estos dos perdedores acabarán despedidos.

Andy y Maggie son dos inadaptados sin suerte en el amor. La mezquindad y falta de atractivo del primero (encomiable la humildad de Gervais) y la estulticia de la segunda les incapacitan para tener una relación duradera. Pero que nadie se vaya a pensar que son candidatos a enrollarse el uno con el otro a falta de una presa mejor. Su relación no encierra ninguna clase de tensión sexual irresoluble.

No hay carcajadas en Extras y sí mucha antropología de la estupidez. Nadie desencajará su mandíbula de tanto reír, pero los que sean capaces de empatizar con su mecánica no podrán discutir que es uno de los espectáculos más inteligentes y cómicos que pueden consumir.

Hay rumores de que a partir de enero de 2007 habrá una tercera temporada que sumar a los 16 capítulos existentes hasta la fecha. Cruzad los dedos para que sea así. Si no, echadle un ojo a Kate y decidme si no merece la pena.


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