8 jun 2008

TV: Los Simpsons - La hora chanante = South Park


Los Simpsons

Odio a a Los Simpson. O a Los Simpsons. Nunca he sabido si son en singular o en plural. Sé que son amarillos, supuestamente corrosivos y eternos. Nadie es tan inmortal como ellos. Siempre están ahí. Indefectiblemente, desde 1989, Los Simpsons colonizan mi televisión. Primero fue a las 22:00, los jueves por TVE 2, antes de ser La 2. Se anunciaban en la Teleindiscreta como "dibujos animados para adultos". Y sólo los padres más liberales y modernos permitían quedarse a sus vástagos despiertos hasta tarde para verlos. Luego Antena 3 compró los derechos y desde entonces los han programado una y otra vez, una y otra vez, y otra vez y otra.

Ya no me molesta porque ya no veo la tele. Antes la encendía a cualquier hora y estaban. Y me daba la sensación de que siempre era el mismo capítulo. Porque las bromas eran parecidas, las situaciones similares, los personajes igual de tontos siempre. Lo que caracteriza a Los Simpsons es que están protagonizados por tontos. Incluso Bart es un tonto de campeonato. Iba de pillo pero de repente se convirtió en travieso. Homer era el típico hombre de clase media borracho, irrealizado en su labor profesional y vago. Pero un día, allá por la segunda o tercera temporada, se convirtió en el tonto más grande de la galaxia.

No dudo que hay una gran crítica social detrás de tanto énfasis. No quiero afirmar que Matt Groening no sea un gran creador de personajes o de historias –son casi calcadas, pero sus absurdas puestas en escena la verdad es que son ingeniosas-. Aún así, a mí no me engancha. Siempre he sido un acérrimo defensor del cambio del sentido del humor global a partir de finales de los 80. Creo que si no hubiéramos tenido Cheers, Frasier, Friends, Seinfeld o Los Simpsons, la screwball comedy nos seguiría pareciendo brillante. Porque transgredieron. Porque se saltaron los tabúes de lo políticamente correcto y porque flirtearon con el surrealismo. Ya habían abierto caminos a ese respecto los hermanos Marx, Peter Sellers, Woody Allen o los Monty Python, pero los postochentistas lo consolidaron y lo teletransportaron a las sobremesas de todo el mundo sin ningún tipo de desembolso monetario. Ni canon. Ni hostias.

Aprecio el cambio en el sentido del humor que propiciaron Los Simpsons, pero ya observé, ya analicé, ya desterré. Me sirvieron para darme cuenta de que la comedia buena era la de Wilder, no la de Howard Hawks. La que te puede producir una montaña rusa de sensaciones a lo largo de 90 minutos, no la que te dibuja una sonrisa condescendiente y tonta mientras observas a Cary Grant y a Katherine Hepburn saltando de malentendido a malentendido mientras buscan leones o dinosaurios o qué sé yo. Sonrisas y lágrimas eran las que producían El apartamento, Irma la dulce o Bésame tonto. Se pueden ver mil veces y aún así no se agotan. Y eso no pasa con nuestros amarillos amigos.


La Hora Chanante

Tampoco creáis que soy un gran amigo del surrealismo, no soy chanante. Odio a los chanantes y a toda la cultura de lo atontado. No me gusta usar sus frases. Las entiendo, sí, pero me crespan los nervios. Siempre digo que van 20 años por delante y que no soy capaz de entender su genialidad. No me defenestréis. Me hacen gracia los Testimonios (Ahmadineyad el que más) como a todo hijo de vecino y admito haberme aprendido el rap del payaso, pero no se me caen los anillos cuando digo que a pesar de tener casi todos los capítulos en mi casa no me he parado nunca a ver ninguno de ellos. Nunca desplazan a una buena peli ni a un capítulo de South Park.





South Park

South Park, esos sí. Esos me ponen de buenas siempre. Abusan de sus cosas judías, de su humor local, y tienen algunos personajes aburridos (reconozco que el Señor Mojón es peor que el peor personaje de Los Simpsons), pero siempre abren nuevos caminos. Todos reciben bofetadas a mano abierta propiciadas por su creador Trey Parker. Hasta su amigo y productor George Clooney se llevó lo suyo. A tumba abierta. Esa parece ser la declaración de principios. Los niños de 8 años son como Cartman, Stan, Kyle y Kenny, no como Bart y Lisa. Se preguntan de dónde vienen los niños o si existe el hada de los dientes, buscan ingenuamente tácticas que les ayuden a enriquecerse sin mucho esfuerzo y pueden llegar a ser seducidos por Charles Manson debido a su inocencia. Y son malhablados porque copian lo que oyen de sus mayores. Habrá quien me llame incoherente por condenar la monotonía de Los Simpson y no condenar el que siempre muera Kenny. Pero es que me parece una de las ideas más brillantes con las que jamás me he encontrado.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

por que odias a los simpsons, si vale lo has dicho, pero molan.
si los ves cada vez que enciendes la tele, deduzco que solo la enciendes de 14:00 PM a 15:00 PM, lo cual me hace pensar que no la enciendes mucho.
No los odies por que sean repetitivos. Tienen los mismos años que yo y si, no me conservo igual que ellos pero es mejor crecer, así puedes pegar a la gente mas pequeña que tu, no me considero un abusón (solo un poco cabroncete), pero si debes pegar a alguien más vale que le pegues a uno que sea más pequeño y que tenga menos fuerza que tú.
A lo que iba, no me acuerdo.
Feliz navidad y prospero año nuevo pa todos.
Por cierto, espero haber puesto bien las comas,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,

21 de diciembre de 2007 19:41

Anónimo dijo...

los simpsons me pierden

22 de diciembre de 2007 22:32

Anónimo dijo...

nos metimo en esto del rocanró
pa tené un amó en cada puerto
y me cago en mis muerto,
no me como ná
yo que pensaba que las chavala
me iban a tirá las braga
y qué desgrasio,
sólo me tiran carsonsillos cagao

yo que pensaba que iba a mojá
después de cada consierto
y me cago en mis muerto,
no me como ná
yo que pensaba que en cada sioudá
iba a pillá cacho,
y qué desgrasio
siempre termino rodeao de borrachos

y pasamos más hambre
que los pavos de Manolito Marquez
que picaban la vía del tren
pensando que eran gusanos largos y grandes

21 de diciembre de 2007 19:42