15 ene 2007

Vacaciones (Nancy Meyers, 2006)


En las Navidades de 2003 Richard Curtis nos regaló Love actually, una de las más positivistas y reconfortantes comedias románticas de las últimas temporadas. Su optimismo desbordante, casi ridículamente exagerado, sólo se podía entender como un intento de llevar al extremo un caudal de felicidad tan excesivo que consiguiera un efecto paradójico. Algo así como cuando tenemos tanto frío que nos quemamos. De ese modo la propuesta se normaliza y se obtiene un producto correcto y efectivo del que nadie se avergüenza después de su visionado.

En el mismo terreno se mueve el último vehículo de lucimiento de Cameron Diaz, una comedia pastelosamente festiva que viene a demostrar una vez más que tras unos primeros pasos como maniquí exuberante en La máscara, la rubia actriz confirma lo que ya demostró en La cosa más dulce y En sus zapatos, que el trono abandonado voluntariamente por Julia Roberts e involuntariamente por Meg Ryan como reinas de la comedia norteamericana tiene una digna sucesora.

La productora de spots cinematográficos a la que da vida en Vacaciones, despechada tras un fracaso amoroso con el cada vez más serio Edward Burns decide refugiarse en un pueblo de la campiña británica mediante un intercambio de residencia, y de modo de vida, con la también sentimentalmente maltratada Kate Winslet.

Con un planteamiento cercano a Tú a Boston y yo a California (David Swift, 1961), la yanqui y la británica se muestran perplejas frente a la circunstancia de cómo un modo de vida antagónico al que habían llevado hasta la fecha es el que más les satisface, forzada y maniquea tesis fácilmente transigible si atendemos al hecho de que la falta de pretensiones de la película la exonera de cualquier responsabilidad moralizante.

Aparte de la silvestre y ya mencionada Winslet, figuran en el reparto el galán Jude Law (Alfie), que da su mejor perfil en este tipo de roles, y el payaso domesticado Jack Black (Alta fidelidad) como consortes respectivos de la bella y la no tan bella.

A la hora de encontrar marcas de la casa, cabe quedarse con el ritmo pausado que imprime la directora Nancy Meyers (Cuando menos te lo esperas) al valerse de unos diálogos oxigenados donde los personajes cuentan con tiempo y espacio crear un humor situacional alejado del chiste fácil y trepidante al modo de la comedia modernilla deudora de la estela de la televisiva Friends. Ello repercute en una duración total de casi dos horas y veinte minutos, metraje extenso para lo que estamos acostumbrados en el género en la actualidad, pero que no se hace largo en ningún momento si conseguimos conectar, alejados de prejuicios, con su edulcorado cuarteto protagonista.

De querer ser picajosos con lo que de rebote le ha salido a Meyers, se puede achacar a Vacaciones el caer en el fácil tópico de que la felicidad se encuentra siempre como compensación a una larga serie de catastróficas desdichas, como si en el cosmos presidiera una suerte de justicia poética. Además los feos son más profundos, más sinceros y más decentes que los guapos. No os preocupéis los que como Diaz o Law hayáis sido privilegiados con un cuerpo de perfectas proporciones, porque si sois capaces de leer los suficientes libros y daros cuenta de que la humildad redime, lo más seguro es que os encontréis con el amor de vuestra vida mañana por la mañana cuando vayáis a comprar el pan. Todo depende de una mente abierta.

No hay comentarios: