María Valverde en El rey de la montaña
Y es cierto, en Canadá, Francia, Reino Unido y Turquía han podido ver antes que nosotros esta película española. Su cabeza de cartel está compuesta por María Valverde y Leonardo Sbaraglia, atractivo reparto. Fácil de vender, en teoría. Cuando tuve ocasión de entrevistar a María Valverde, con motivo del estreno de Los Borgia el 6 de junio de ¡2006!, me dijo que iba a empezar a rodar con Sbaraglia la semana siguiente, así que El rey de la montaña, que se estrena este viernes ha tardado ¡más de dos años! en llegar hasta nosotros. Que les pregunten a los de Al salir de clase cuánto les costaba rodar, positivar y sacar al aire cada capítulo. ¿Qué es lo que pasa con el cine español?
Es cine que se hace allí y no llega aquí hasta muy tarde, quién sabe si porque en realidad no vivimos en la sociedad global que creíamos. Lo que es más difícil de explicar es que lo que se hace aquí, también llegue más rápido allí. ¿Será que los espectadores españoles somos los más pringaos del mundo?
Fue el junio pasado cuando me dijo Nacho Vigalondo que el cine español está en clara recesión. Que no sabe a qué atienden las decisiones de los distribuidores. No comprende que se pueda estrenar casi cualquier cosa yanqui que se filme y que los productos que se gestan aquí sean tan ninguneados. Me dice que es un tema que hay que estudiar mientras pienso que, efectivamente, da para un doctorado en sociología. Él es partidario de hacer una gran sentada y reflexionar. Le respondo que tiene razón el día que finalmente estrena Los cronocrímenes. Por fin, tras meses de autopromoción, de escribir blogs explicando que en Estados Unidos le habían comprado los derechos para el remake antes de que nadie se dignara aquí a hacerse con los derechos de la película original. Es afortunado después de todo, porque, tras tanto calvario, su opereta de viajes en el tiempo de andar por casa consiguió llegar a las pantallas, y con bastante éxito de crítica además.
Aquel día fue la segunda vez que oí hablar de El rey de la montaña. Un día que Vigalondo se quejó de que su camarada Gonzalo López Gallego estaba teniendo los mismos problemas para estrenar en España dicha película que los que él había tenido con su arriesgada ópera prima. "La de Gonzalo es la película mejor distribuida del año en todo el mundo", me dijo.
Y es cierto, en Canadá, Francia, Reino Unido y Turquía han podido ver antes que nosotros esta película española. Su cabeza de cartel está compuesta por María Valverde y Leonardo Sbaraglia, atractivo reparto. Fácil de vender, en teoría. Cuando tuve ocasión de entrevistar a María Valverde, con motivo del estreno de Los Borgia el 6 de junio de ¡2006!, me dijo que iba a empezar a rodar con Sbaraglia la semana siguiente, así que El rey de la montaña, que se estrena este viernes ha tardado ¡más de dos años! en llegar hasta nosotros. Que les pregunten a los de Al salir de clase cuánto les costaba rodar, positivar y sacar al aire cada capítulo. ¿Qué es lo que pasa con el cine español?
En realidad, lo que pasa es que está mal el sistema de distribución en general, que contempla latencias montruosas y agujeros negros (muy en boga ahora) temporales que fomentan el que la piratería haga su agosto; a veces, por mera supervivencia del consumidor. Explicaban en Blogdecine el otro día cómo este mal no sólo es endémico en el mundo de la cinematografía nacional, sino que hay películas extranjeras que también se estrenan en España tarde y mal o nunca. Su botón de muestra es la reciente, para nosotros, El tren de las 3:10, que a pesar de ser número uno de la taquilla estadounidense hace justo un año, se estrenó inexplicablemente aquí con un retraso atroz, hecho que tal y como argumenta el crítico Juan Luis Caviaro, alimenta la descarga de las películas vía p2p, puesto que cuando todavía no se pueden ver aquí en la gran pantalla, el dvd ya se ha comercializado al otro lado del Atlántico.
No es el único caso de cintas largamente esperadas por los espectadores españoles, que sufren, se reconcomen e incluso se refugian en paraísos artificiales como el fútbol o las relaciones sociales. Los frikis cinéfilos son privados sin piedad de posibles grandes joyas que a otros países sí llegan. Sin meternos a fondo en el sangrante caso de los festivales (Mi hijo, Concha de Oro en San Sebastián en septiembre de 2007, no llegó a las salas hasta mayo de 2008; The wrestler, de Darren Aronofsky, reciente ganadora del León de Oro en Venecia no tiene todavía fecha de estreno), que son casos perdidos, sí que podemos fijarnos en cintas de supuesto interés comercial como RockNrolla, de Guy Ritchie, estrenada en Reino Unido la pasada semana y sin previsión de que llegue aquí antes de marzo; la segunda parte del Che de Soderbergh (Guerrilla), que tampoco está planeada y se la espera; o el capricho personal de este sufrido -y desasistido por los distribuidores- redactor, cuyo máximo sueño en la vida es ver a Tarantino vestido de cowboy en Sukiyaki Western Django, prometedorísima versión de Por un puñado de dólares del japonés Takashi Miike a quien ya le ha dado tiempo de rodar cuatro películas después de ésta.
Es cine que se hace allí y no llega aquí hasta muy tarde, quién sabe si porque en realidad no vivimos en la sociedad global que creíamos. Lo que es más difícil de explicar es que lo que se hace aquí, también llegue más rápido allí. ¿Será que los espectadores españoles somos los más pringaos del mundo?
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