Jonathan Rhys Meyers comenzó a despuntar más o menos a la vez que Ewan McGregor en ‘Velvet Goldmine’. ¿Alguien le recordaba?, ¿alguien que no sea un corajudo fan de ‘Los Tudor’? No me extraña, porque toda la ventaja que le puede sacar al escocés en el terreno de la sonrisa Profidén, la pierde en el campo de la actuación. ¿Nos encontramos ante un mal actor? Dejémoslo en que nos encontramos ante un actor plomizo y enfático que se toma demasiado en serio a sí mismo. Lo único que se puede decir bueno de él es que retuvo este papel de ‘misionero’ en la guerra chino-japonesa de 1937 y no se lo pasó a cualquier otro actor. Eso sí que es una obra social. Si quieren emociones nuevas, búsquense otra. Aquí encontrarán paisajes molones, catarsis y esforzado lirismo final, pero no emociones nuevas.
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