20 nov 2008

Rouco Varela, modelo de Juan Diego Botto


Lleva el pelo engominado y largo y viste la perilla que todos le conocemos, menos barbudo, por tanto, que su álter ego, el Gran Inquisidor Niño de Guevara, encargado de hacer la vida imposible a El Greco en el biopic que del pintor se estrena este fin de semana. Juan Diego Botto, con su jersey y vaqueros casuales, está a punto de abandonar el madrileño cine Palafox tras una larga mañana de promoción. Con un pitillo en la boca cree que ha acabado por hoy. "Ahora te toca soitu.es", le chivan.

Es entonces cuando el actor se desmorona, no porque no quiera hablar, es que le apetecía mucho ese cigarrillo. Le digo que en la calle está bien, que haremos la entrevista a los pies del Madrid que pateó en las algo lejanas 'Historias del Kronen'. Trece años han pasado ya desde que fuera nominado al Goya Revelación, su gran patada en la puerta del cine español.

PREGUNTA: Ha declarado que no sabía mucho de la vida de El Greco antes de embarcarse en este proyecto. ¿Por qué volver precisamente al cine con este papel después de tanto tiempo alejado de las pantallas?

RESPUESTA: Llevaba sin estrenar desde 'Vete de mí' (29 septiembre de 2006. Le nominaron al Goya al Mejor Actor por su papel), pero lo cierto es que esta película la rodamos hace un año. Justo después me embarqué en 'La mujer del anarquista', que se estrenará en enero previo paso por el Festival de Sundance. Además me he tomado dos años para dirigir y protagonizar 'Hamlet', que había sido siempre la obsesión de mi vida. Ésa es la razón de aparecer poco en la cartelera. Me he pasado dos años adaptando la función, dirigiéndola y 'actuándola'.

P: La película ha sido todo un fenómeno en Grecia, con más de ocho millones de euros recaudados. ¿Ha hecho promoción allí? ¿Le conocen en el país heleno?

R: Fue muy curioso tener un éxito en Grecia que yo no me esperaba. Estoy acostumbrado a que me reconozcan por la calle en España, pero no en Atenas, y ahora, debido al éxito de la película, soy reconocible también allí. Bueno, tiene gracia.

P: La oscuridad de la época es creada sobre todo por las condenas que dicta su personaje, hecho paradójico si se tiene en cuenta la gran preocupación social que demuestra en su vida pública. ¿Fue un proceso muy esquizofrénico interpretar a un inquisidor?

R: Ni mucho menos. Relatar hasta qué punto el fanatismo puede llevar a la perversión es algo que siempre tiene interés. Es hablar de la realidad de una época, donde el pensar distinto, el alejarte de la doctrina de la fe católica que imperaba en aquel momento, era un delito lo suficientemente grave como para ser quemado vivo. A mí me parece digno de estudio.

P: ¿Es éste el ‘malo’ más jugoso que le han ofrecido nunca?

R: Sí que lo es. He hecho otros personajes terriblemente malos: un asesino en 'Lucrecia'-TV movie que filmó Mariano Barroso en 1996-; también el violador de 'Plenilunio'... Pero, en el caso de esta última, era un tipo que tenía graves problemas psicológicos. Eso no le excusa ni le debe eximir de los años que se merece de cárcel, pero tenía un ligero atenuante. No era la maldad en sí, sino un tipo enfermo. El cardenal Niño de Guevara es consciente de que lo que hace está profundamente mal y aún así lo hace.

P: ¿Alguna inspiración actual crear el personaje?

R: Sí, hay muchas. Siempre tratas de buscar referencias, primero en ti, en tu parte más perversa, pero, concretando, me quedé con que era un religioso muy obsesivo. Por ello me fijé, entre otras personas, en Rouco Varela, aunque no por perverso, sino por obsesivo. Está muy metido en la jerarquía eclesiástica, es muy conocedor de su mundo y, a la vez, un tipo que cuando se mete en una batalla se empecina en ella. Aunque luego me fui por otros derroteros, fue el primer hilo del que empecé a tirar.

P: Usted normalmente es un tipo moderno y cosmopolita, y sin embargo en 'El Greco' va con la nuca rapada y se viste de sotana. ¿Cómo lo llevó?

R: Bien, porque todas las cosas que te alejan de ti -el vestuario, el pelo, la barba, los anteojos…- te ayudan a construir el personaje. Te van metiendo en una forma de caminar o de moverte que es distinta a la habitual, y eso se agradece.

P: Coproducción, pintura, Inquisición. Suena parecido a 'Los fantasmas de Goya', que no tuvo buena acogida de crítica ni de público. ¿Albergaron miedo en algún momento de que les fuera a pasar lo mismo?

R: La verdad es que a mí me gustó aquella película; me pareció muy atrevida. Pero bueno, el caso no es igual. El Greco es otro pintor perteneciente a otra época. Goya nos es mucho más familiar. Creo que el interés de esta película reside en conocer cosas nuevas acerca de un pintor del que no sabemos casi nada.

P: El hecho de que grabaran en varios idiomas queda extraño en el doblaje. Hay veces que se nota que se ha respetado el original, otras que se doblan a ustedes mismos. ¿Cómo fue el proceso?

R: Rodamos la mayor parte en inglés, aunque hay un par de escenas que compartimos Laia Marull y yo y se han mantenido en español en el original. Una película siempre pierde en riqueza cuando se dobla, sobre todo cuando parte de la gracia reside en que hay personajes que hablan en distintos idiomas, pero entiendo las cuestiones de mercado que hacen que se venda mejor si se dobla al español.

P: ¿Cómo fueron las escenas que rodó junto a Nick Ashdon (actor británico que da vida a El Greco), porque él no había hecho cine? ¿Se sintió su mentor de alguna manera?

R: No mucho, ya que él tiene una buena formación en teatro. Desconocía las partes técnicas del cine y los cuatro consejos que le pude dar fueron más de cosas técnicas que de interpretación. Nos llevamos muy bien.

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