La película no es ambiciosa. Como las dos anteriores de la franquicia, plantea un viaje nada intelectual desde el punto 'A' hasta el punto 'B'. El sujeto protagonista, musculoso y de frente despejada, es un profesional con la cabeza sembrada de reglas. Reglas para esto, reglas para lo otro. Es el único chiste que se permite. Las reglas y la excepción a las mismas. Todo lo demás pretende ser un higiénico manual de estilo de cine de persecuciones, con la preceptiva pirueta sobre dos ruedas robada sin pudor de cada capítulo de 'El coche fantástico'.
No hay efectos especiales sino una vuelta a los 80, a la artesanía del guantazo, que llega puntual cada cuarto de hora. No tiene objeto guardar para el instante final los mejores golpes, porque si la chica se salva o no, o si el chantaje se ejecuta exitosamente, son meros mcguffins con respecto a la trama principal de violentas (que no sangrientas) coreografías. Hay que reconocerle al director una gran honestidad a la hora de no inflar de filosofía un producto de consumo tan descarado, quizá el anuncio de coches más elaborado que se recuerda.
Valoración: 5/10
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