Dicen que ha resucitado, que vuelve para quedarse, que es grande y que nunca dejó de serlo. Pocas notas discordantes con respecto al hombre elefante más desfigurado de Hollywood. El sueño americano consiste en lograr la gloria partiendo de la nada y en la resurrección de las aves fénix. Todas, condiciones que cumple el actor de moda, Mickey Rourke, dueño de una vida tan extravagante que llegó a compartir ring con nuestro Poli Díaz, 'El Potro de Vallecas', en el 92.
Tardamos cinco días en poder tenerle al otro lado del hilo telefónico. Las clases de boxeo que imparte en San Sebastián de los Reyes y su desplazamiento a Valencia el pasado fin de semana para ser objeto de un homenaje hacen de Poli Díaz, ocho veces campeón de Europa de los ligeros, un tipo de lo más ocupado pese a no seguir en activo.
Él, que conoció de primera mano al protagonista de esta semana —este viernes se estrena 'The wrestler' y el jueves soitu.es te invita a un preestreno—, nos cuenta cómo es en la distancia corta, a qué saben sus golpes.
—¿Cómo fue que llegaste a pelear con un actor de Hollywood?
—En realidad no llegué a pelear. Fue una exhibición.
—¿Entonces, no cruzasteis guantes?
—No, no, lo que hicimos fue subir juntos al escenario pero no nos peleamos. A él le pusieron con unos chavales más o menos como él. Ganó, pero fue muy igualado. Nosotros fuimos solamente a un restaurante.
—¿Y cómo es él en la distancia corta?
—Es una persona maravillosa, muy majete, un fenómeno y, además, superlimpio.
—¿Por qué lo de superlimpio?
—Lo digo porque él llegó a Oviedo con un montón de maletas. En la tele un calvo dijo que era un guarro pero la verdad es que tenía toda la ropa limpia. Lo que pasa es que, como le maquillaban, a veces se le manchaba el cuello de la camisa.
—¿Sabes que Mickey Rourke fue primero actor, luego boxeador y ahora intenta que le tomen de nuevo en serio como actor. ¿Tú, cómo le veías de boxeador?
—Él estaba para entretenerse y mantenerse. Hay otros que hacen fútbol y tenis y él se metió al boxeo.
Se hacía llamar 'El Marielito'
—¿Pero entonces no peleó nunca por nada serio? ¿Todo eran exhibiciones?
—Creo que sí. Me parece que hizo algún combate 'transcontinental' pero no estoy seguro.
—Dicen que participasteis en una pelea en una discoteca de Oviedo.
—No hubo ninguna. Bueno, hubo una pequeñita bronca, un "me digas, no me digas". Pero eso fue la prensa, aunque bueno, hay que entenderla. Ellos también se equivocan, como todos.
—Tyson, Urtain, Carlos Monzón, Mickey Rourke, tú mismo... ¿Qué es lo que tiene el boxeo para fabricar tantos ídolos que caen?
—Yo quiero hablar de lo bueno, no de lo malo. Yo tuve mi época hace 24 años, nada más. Ahora estoy bien. Doy clases de boxeo en San Sebastián de los Reyes. En internet tengo el anuncio y me pueden ver. Ponlo, ¿eh?
—No te preocupes, que lo pongo. ¿Y tienes muchos alumnos?
—Doy clases de 15 alumnos porque quiero que aprendan bien. Podría tener mil y ponerles a correr pero prefiero que lo hagan bien.
—Tengo entendido que también fuiste jardinero contratado en el Ayuntamiento de Navacerrada.
—Sí, sí, y he estado en más sitios. También en una empresa en la que éramos 90 trabajadores. Quiero procurar estar bien con todo el mundo. Vivir y dejar vivir.
—¿Entonces, te van bien las cosas?
—Sí, estoy muy contento. Ya no soy como antes. Ahora tengo 49 años y ya sé lo que hay que hacer. Antes me decían que me sentara en un sofá y me sentaba en el cabecero, pero esas cosas ya no las hago. El pasado viernes me dieron un homenaje en Valencia y me llamaron después para decirme que me había portado muy bien.
—Volviendo a Mickey Rourke, tienes otro parentesco con él, porque Santiago Segura te dio un papel en 'Torrente'. ¿Cómo fue la experiencia?
—Santiago es muy buena gente, de puta madre, maravilloso. Además la peli recaudó muchísimo dinero. Eso está bien. Me gusta trabajar y que el jefe gane mucho porque eso significa que estará contento.
—Tú también tienes una vida de película. ¿No te han propuesto nunca filmar tu historia?
—A lo mejor se hace.
—¿No puedes ser un poco más concreto?
—No, tú pon sólo que a lo mejor se hace.
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