Tenemos la atención dispersa entre tantos canales digitales, analógicos, parabólicos e internautas como se nos ofrecen. Es posible que en tiempos de multiopción nos pasen más desapercibidas las propuestas santas de las teles generalistas, pero, no lo dudéis, están ahí. Sin ir más lejos TVE ha proyectado desde el martes 'María, madre de Jesús', 'Quo Vadis', y 'Ben Hur'.
Hace un lustro Mel Gibson puso su granito de arena con la obra definitiva sobre la Semana Santa. Rodada en arameo, latín y hebreo con un hiperrealismo lacerante hacía que 'La última tentación de Cristo', que rodara Scorsese en los 80, pareciera 'La casa de la pradera' y las producciones de serie B tan hiperprogramadas en Telecinco a principios de los 90, no digamos. Ejemplos de recreaciones de la última semana del hijo de Jesús de Nazaret hay muchas, pero el objetivo de este repaso no es posarnos en ellas, sino en otros personajes cinematográficos que, como mártires, han vivido su particular 'Pasión'.
Aquí no hay metáfora. En 'La Pasión' (2004), Gibson no se desvió un ápice de las Escrituras
Su fin no era salvar a la humanidad ni mucho menos; la mayoría de veces ni siquiera había compensación al final del camino, pero tal era la tortura a la que eran sometidos durante el metraje de la peli que protagonizaban que merecen un lugar en el cielo fílmico a la diestra del Caviezel de Gibson. Empezaremos por la referencia más cercana en el tiempo —y a la vez más explícita—: aún se puede ver en algunas pantallas españolas 'El luchador', que señala un paralelismo evidente entre Mickey Rourke y el rey de los judíos por boca de la stripper Cassidy: "Lo empujaron por nuestra faltas, fue lacerado por nuestras injusticias. Nuestro castigo recayó sobre él [...] Es de 'La pasión de Cristo'. Tiene el pelo igual que tú. ¿Nunca la viste?".
A Rourke le clavan alambres de espino en uno de sus combates de 'The Wrestler' (2008)
Las tundas de palos que se lleva el prota de '9 semanas y media' no son precisamente inevitables. De hecho, da claras muestras de poder hacerse charcutero humorista en una de las escenas que firmó Aronofsky, pero la cabra tira al monte. Menos elección tiene, por ejemplo, Ellen Page en 'An American Crime', descarnado drama basado en hechos reales y estrenado el año pasado a la estela del éxito de 'Juno'. En ella, la ya no tan marisabidilla 'Hard Candy' (que a su vez hizo pasar por otro calvario a Patrick Wilson) sufre las iras de un ama de casa en Indiana, años 60. Catherine Keener se queda con la hija de sus vecinos para que estos puedan irse de gira laboral y al poco la emprende con ella encerrándola en el sótano y dejándola expuesta a los ataques de sus hijos y del resto de hijos de... la urbanización. No hay catarsis ni recompensa al dolor. Es la vida misma, que a veces es así de cabrona.
La pobre 'Juno' encarna uno de sus papeles más duros en 'An American Crime' (2007)
Ejemplos parecidos nos han llegado de Italia, con el neorrealismo como máximo exponente. De Sica puso contra las cuerdas a Lamberto Maggiorani en su 'Ladrón de bicicletas' cuando, tras la posguerra, le dio curro como pegacarteles para poco después arrebatárselo por medio del caco que se lleva su bici, imprescindible para su labor. Otro que llevó al límite a su protagonista fue Fellini en 'La strada'. La mártir en aquella ocasión se llamaba Giulietta Massina (Gelsomina en la ficción), una joven que, a la muerte de su padre, es vendida por su madre a un artista ambulante, Zampanó, que la trata de forma hostil. Ella desarrolla un síndrome de Estocolmo que la mantiene apegada a su agresor a pesar de las alternativas que se le ofrecen, estableciéndose uno de los más aberrantes ejemplos de violencia doméstica mostrados en el celuloide.
Vittorio de Sica, otro que pone en las cuerdas a su protagonista en 'Ladrón de bicicletas' (1948)
De Italia pegamos un pequeño salto y nos mudamos a Dinamarca, porque si alguien sabe lo que es aniquilar a sus protagonistas (y a los espectadores con ellas) es el ínclito Lars Von Trier. Maestro del drama manipulativo (Gabriele Muccino le debe tanto como apóstol light...), hizo que la 'borderline' Björk (en el papel de la cantarina Selma) —ojo, que viene un spoiler de los gordos hasta el final del párrafo— no abriera la boca durante su enjuiciamiento público tras matar a David Morse en 'Bailar en la oscuridad'. El solo hecho de haber denunciado la agresión sexual y los secretos que compartía con éste quizá hubiera conmutado la pena de muerte por otra de cárcel, aunque claro, en ese caso su hijo podría haberse quedado ciego (no me explico más, véanla los que quieran sufrir). Y para que eso no suceda, le deja huérfano. Si es que...
Björk es una mártir un poco exagerada en 'Bailar en la oscuridad' (2000)
Pero Selma no es la única víctima que se ha cobrado el creador del Dogma. Tres años después nos escupió a la cara uno de los calvarios más gratuitos que vienen a la memoria con la rubia Grace (Nicole Kidman) ejerciendo de esclava multiapaleada y humillada en ese pueblo de mierda y podredumbre dibujado sobre un garaje que fue 'Dogville'. Menos mal que, tras tanto silencio y reverencia, la ex de Cruise demostraba más coraje que la cantante islandesa. Pasión, sí, pero no hasta el final.
De tanto ir el cántaro a la fuente, Nicole acaba hasta las narices de 'Dogville' (2003)
Acabamos con el punto amable, con la pasión light, con el reverso desenfadado del sufrimientos de los maltratados escolares de José Corbacho y Juan Cruz en 'Cobardes'. Hubo un germen de esta cinta española que se llamó 'Regreso al futuro' y mostraba como el joven George McFly sufría el acoso de los matones del pueblo hasta que, alentado por su hijo Marty 'Levi's Strauss' McFly, se sacudía todas sus inseguridades poniendo al futuro en su sitio. "¿Hay alguien en casa McFly, toc, toc, toc...?" "Sí, ¡toma puño!" (y así se acababa su tormento).
George McFly por fin se hace mayor en 'Regreso al futuro' (1985)
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