Se quejaba Fotogramas en su número de este mes de que parecía que la distribuidora de 'Harry Potter y el misterio del príncipe' quisiera esconder la película a la prensa de modo que las críticas no salieran puntuales en los medios mensuales. Visto lo visto hoy, puede que no anduvieran tan desencaminados.
Potter junto a Slughorn, el profesor fichado en esta entrega
La franquicia cinematográfica inspirada por los libros de J.K. Rowling —que en 2007 se convirtió ya en la más taquillera de la historia— nos obsequiará a partir del próximo miércoles con su sexta entrega, pero ése es un dato que ningún redactor se atreve a plasmar sin consultarlo, porque ya hemos perdido la cuenta, por abundantes y clónicas.
Desde que el pasado 21 de febrero de 2008 saliera a la luz en España (21 de julio de 2007 en Inglaterra) el séptimo y último libro de la colección,'Las reliquias de la muerte', esto es un desorden y un desmadre. Por aquel entonces se llevaban estrenadas cinco películas:
- 'La piedra filosofal' (Chris Columbus, 2001)
- 'La cámara secreta' (Chris Columbus, 2002)
- 'El prisionero de Azkabán' (Alfonso Cuarón, 2004)
- 'El cáliz de fuego' (Mike Newell, 2005)
- 'La orden del Fénix' (David Yates, 2007)
...es decir, un retraso de dos con respecto a las novelas originales publicadas. Ahora nos encontramos con que 'El misterio del príncipe', penúltimo libro de la saga (el sexto), tiene ya su reflejo en la gran pantalla y nos siguen quedando dos pelis. Menudo maldito lío.
Bueno, nos explicamos: la razón es que la adaptación de 'Las reliquias de la muerte' (el último libro) va estrenarse en dos partes, igual que 'Kill Bill', para retrasar aún más el desenlace. La estrategia se antoja caprichosa, pues sus 638 páginas (en la versión española) no parecen necesitar más metraje que las 893 que condensó el mismo director, David Yates, en 'La orden del Fénix'. Agoniza la gallina de los huevos de oro y en Warner enloquecen.
Lo que hay... y lo que no
Con respecto a lo que os podéis esperar (ojo, que vienen spoilers) en esta nueva entrega, lo único con verdadero carisma es el personaje de Luna Lovegood, la alumna pirada, y una algo más crecidita Ginny, que, cerca de la mayoría de edad, vuelve del revés las hormonas de Harry. Ni rastro de Robert Pattinson, que en la anterior entrega causó baja por deceso para llanto de los productores (sólo Dios sabe dónde podría haber encontrado esta cinta su techo taquillero de haber tenido en los créditos al guapo de 'Crepúsculo' ya consagrado por su cuenta), ni de Voldemort, que permanece en las sombras. De lo demás, destellos del ex profesor Lupin, una escena en la que aparece Tonks, un poco de la familia de Ron por aquí y por allí sin llegar a los 10 minutos entre todos, y ninguna criatura o 'gadget' novedoso de importancia. (Fin del los spoilers).
Sin alma, como las adaptaciones en cartel
El preciosista armatoste que es 'El misterio del príncipe' adolece de lo mismo que 'Los hombres que no amaban a las mujeres' y 'Ángeles y demonios' (ambas aún en cartel): falta contexto. La información suministrada —si bien no resulta deficiente por tener significado completo— hace que se pierda parte de la rica ambientación que edulcora los pasajes del libro. El 'Harry Potter' concebido por Rowling es anécdota, rutina, embrollo y desafío a la autoridad establecida. Todo eso tiene su reflejo en la versión cinematográfica, pero de forma muy superficial. Si por algo la lectura de las hazañas del niño mago crea adicción es porque participa en varios niveles del desarrollo argumental. Aquí, la linealidad le corta las alas dando lugar a la entrega más desalmada e innecesaria de la saga por su carácter de catapulta de lanzamiento de la traca final. Nunca Potter había sido tan transitivo ni rácano, pues en 153 minutos no nos regala ni un solo clímax.
Pero ya estamos abonados...
Los lectores devotos echarán cosas de menos; los menos puristas se congratularán porque ciertas escenas han sido captadas tal y como las imaginaron; los espectadores no lectores estarán fresquitos durante dos horas y media; y los simpatizantes de los libros que los devoraron del tirón pero sin ahondar en su mitología (esto es, los no freaks pero aún así conocedores del universo, grueso mayor al que va dirigida la propuesta) no harán sino preguntarse si esto no lo habían visto ellos ya, si toca partido de quidditch en esta peli o no, o si ésta es en la que moría tal, cual o Pascual.
Puede que la mejor manera de consumir al Potter cinematográfico sea en el salón de casa en formato DVD cuando todo el pescado esté vendido ya. De otro modo, el peregrinaje a las salas se convierte en un inane fichar para poder decir que es normalita y prescindible antes que el vecino. Eso sí, después de pasar por caja cinco veces, lo que da rabia es quedarse fuera ahora, ¿o no? Ahí sí que nos la han metido doblada.
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