Tengo entendido que Lindsay Lohan es un petardo de cuidado, que es famosa por su aireada vida sexual y por enseñar cacho en revistas de peluquería. A mí, por surrealista asociación de ideas, me recuerda a una versión arrabalera de Alison Lohman (sí, la de arriba, la de 'Arrástrame al infierno'). Tienen nombres parecidos, las dos son blanquitas de piel y su cara es la de no haber roto ningún plato. Sin embargo, tengo muy claro quién haría de dama y quién de puta en una actualización de 'Príncipe y mendigo' versión trash. Lohan, la que nos ocupa en esta 'Un trabajo embarazoso', interpreta a una secretaria anulada por su jefe, por su hermana menor y por su novio chino. Da tanta pena que nos recuerda a Alison.
Cuando están a punto de despedirla de la editorial literaria donde trabaja por su supuesta ineficiencia, se inventa un embarazo con el que es coherente hasta las últimas consecuencias. Eso da lugar a escenas de enredo, a mentiras extendidas a la gente que ama y a una difícil marcha atrás. Los tópicos se suceden y atragantan a la espera de que algo bueno ocurra, un chiste salido de tono, una caída graciosa, algo de pillería.
Lo malo es que nada de eso sucede nunca. No hay ningún deseo de innovar en esta cinta gris, casi opaca, en la que el único reclamo es su protagonista, que tampoco ofrece mucho. De hecho, podrían habérnosla cambiado por Alison Lohman con la película empezada y ni nos habríamos dado cuenta.
Valoración: 4/10
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