'V.O.S.' parte de una obra de teatro. Cesc Gay, su director, dice que no se nota, pero se nota un poco. Porque sólo hay cuatro actores con voz y voto; porque la escenografía es un elemento vibrante aún en sus dos encorsetadas dimensiones; y porque el rintintín brechtiano juega al desconcierto, sobre todo en la primera media hora.
Pero hay una diferencia fundamental entre la obra del dramaturgo alemán y la que nos ocupa, y es que, mientras el autor de 'Madre Coraje y sus hijos' difumina las barreras actor-espectador para imponer una distancia necesaria que no derruya sentimentalmente a quien observa, Gay lo hace simplemente porque puede.
Hay una escena en la que el personaje interpretado por Ágata Roca se queja en la acción de los flashbacks innecesarios que no aportan nada dramáticamente al desarrollo de una película. Si partimos de la base de que lo nuevo del director de 'Krampack' es un flashback de principio a fin que arruina vocacionalmente sus opciones de sorprender desde el minuto uno, surge la duda de si la torpeza es más grande que la broma o la broma más grande que la torpeza.
Valoración: 5/10
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