11 sept 2009

District 9 (Neill Blomkamp, 2009)


Empezaré sentencioso: 'District 9' tiene los mejores cinco primeros minutos del año. Una nave alienígena se quedó encallada en pleno cielo de Johannesburgo hace 20 años y sus tripulantes fueron desembarcados por el ejército, encerrados en un ghetto, y olvidados y repudiados por sus anfitriones, nosotros, los humanos. No he destripado nada. Es la sinopsis, y, aún conocedor de ella, cuando ves plasmado en imágenes pseudodocumentales este alarde de genio imaginativo, percibes que la batuta del novato Neill Blomkamp es de las que dará que hablar en las próximas décadas en Hollywood. Antes que nadie lo vio Peter Jackson, que se apresuró a apadrinarle, y, visto lo visto, hay que felicitarle por su descubrimiento.

Vendida como producto indie (cosa paradójica, cuando su presupuesto son 30 millones de dólares. Aunque podemos hacer la vista gorda al comprobar que con este dinero ha dado para crear varias naves espaciales y una raza extraterrestre convincente, y lo comparamos, por ejemplo, con el coste de 'Hazme reír': 70 millones en comedia), juguetea con la idea de un alienheid precisamente en la ciudad icónica de la segregación racial sudafricana. El haber situado la acción en pleno San Francisco quizá habría sido más espectacular, pero también menos alegórico.

Entre los múltiples aciertos a destacar, parémonos un momento, por favor, en Sharlto Copley (agente Wikus Van De Merwe en la ficción), que del anonimato arribará sin escalas a la estratosfera de los Óscares en paralelo con su realizador. Él, que en la realidad iba para director y productor y ahora difícilmente podrá eludir los canto de sirena de Hollywood, consigue que la repulsión inicial de su desalmado y estúpido personaje derive en ternura cuanto más se va pareciendo al metamorfósico Gregor Samsa.

Valoración: 9/10

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