26 nov 2009

Cuatro quintos de Francia y otro de descontrol japonés

'Yuki y Nina' (H. Girardot & N. Suwa, 2009)

"'Yuki y Nina', de Hippolyte Girardot y Nobuhiro Suwa, cuenta la historia de dos amigas, una francesa y otra japonesa, que se enfrentan con rebeldía a los divorcios de sus padres. Sus medios tiempos, la pureza de su planteamiento y la dulce mirada a la infancia hacen de ella una pieza muy disfrutable".

Ésa es la minicrónica con la que me despaché en el utoi de San Sebastián hace un par de meses. Es lo que tienen las redes sociales, más empeñadas en la concentración del mensaje y en la agilidad mental que en dar una información útil más allá del haiku.

Ahora que se me brinda este ilimitado espacio (los blogs también son redes sociales, pero, debido a su antigüedad, dejan dar rienda suelta a las idas de olla. "Lemmon, dentro de diez años este Estudio —el edificio de la NBC— cabrá en un microchip", dice Alec Baldwin en el episodio 4xo5 de '30 Rock') —que yo mismo me brindo, quiero decir— para exponer lo que se me quedó en el tintero de esta película, rodada en francés y subtitulada en inglés y euskera en la sesión chunga para la que conseguí entradas, quiero resaltar que no es de sencilla digestión, y no porque su suma de nacionalidades sea poco conjugable (los japoneses y los franceses lacónicos —que son casi todos los que no se dedican hacer musicales además de Danny Boon — parecen primos hermanos), sino porque juega con códigos en los que el espectador promedio no tiene por qué sentirse cómodo.

La parte humana, el retrato social de la desmembración de la célula familiar occidental que ocupa los cuatro primeros quintos del film conforma una historia sobria y emocional sustentada en el buen hacer de las dos crías. 100% Francia. Sin embargo, el tramo final, en el que la narración pasa a ser dirigida por el punto de vista subjetivo de la niña japonesa produce cierto desapego con el camino que llevábamos andado.

Aludiendo al más inaccesible lirismo oriental, la pieza termina convertida en un rocambolesco juego de espejos que puede derivar en regusto agridulce a poco que las miras del espectador sean marcadamente racionales. Una modernez que hace que la templanza de una obra destacable se tambalee hasta convertirse en una propuesta arriesgada y, para algunos, irritantemente pretenciosa.



Valoración: 6/10

Estreno: 27 de noviembre de 2009

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