Guy Ritchie tiene pinta de jugador de fútbol americano y carácter de portero de discoteca y las ruedas de prensa de celebrities no sirven ni para limpiarse el culo con ellas. Son dos verdades (tres si los más quisquillosos disocian las referidas a Guy) que se he podido extraer de la presentación de 'Sherlock Holmes' en Madrid.
Nada más llegar al Círculo de Bellas Artes, con una sala habilitada para que cupieran montones de videocámaras y hasta unas maquetas tamaño irreal del londinense Big Ben a ambos lados del estrado de famosos, un traductor cuadrado, mitad 'Magnum', mitad guardián de las puertas del infierno (no sé por qué me lo imagino echando un pulso con Ritchie; bueno sí, parecen dos marineros de permiso) nos avisa de que no debemos hacer preguntas no relacionadas con la película. Como en el jardín de infancia.
Por ello, cuando llevamos veinte minutos de rueda y nuestro nivel de audacia interrogadora se asemeja peligrosamente al de un país subdesarrollado por las toneladas de loa y compadreo establecidas con nuestras víctimas (a las que la organización ha pedido que recibamos —y después nos pedirán que despidamos— con un gran aplauso), es absolutamente descorazonador que Magnum vete la única pregunta que podría crear algún titular noticioso.
Un compañero se levanta y recita:
—Están teniendo exito de taquilla, se habla de segunda parte y de Brad Pitt como Moriarty. ¿Qué hay de cierto?
—El malo (Mark Strong) pronuncia unos versículos del Apocalipsis en una de las escenas de la película, mismos versos, por otra parte que los que ya incluyera Madonna (ex del director) en uno de sus temas. ¿Homenaje o pulla, señor Ritchie?
La primera la responde sin responder el productor Joel Silver ('Matrix'): "Estamos hablando de la posibilidad de hacer otra de estas películas y las oportunidades son buenas. Esperamos decirlo pronto". De Brad, que es lo que quería subir yo al titular, ni hostias. Y me pregunto, llegados a este punto, why the fuck paga Warner billetes de avión transatlánticos a cuatro productores (Silver, la mujer de Downey, un oriental y otro más caucásico e irrelevante) si cuando les toca aclarar nuestras preguntas, tiran balones fuera.
De la segunda pregunta, jaleada con gran alborozo por parte de los concurrentes por su nivel de viperinidad y sofisticación, ni rastro en la traducción. Lost in translation total. El intérprete, que, a veces, amparado por su veloz creatividad se saca de su propia chistera preguntas que suenan a frotar de chaqueta, la obvia. Protestas en la platea. "Una pregunta por periodista", sonríe el ácido demiurgo que hace dos turnos ha permitido una doble que dejaba espacio para el lucimiento.
Varias conclusiones en forma de lista de la compra:
—Robert Downey Jr. es, junto con Clooney, la mayor estrella viva, pese a que se limita a hacer muequecicas y a parecer encantado de conocerse. En la rueda no ha dado lo mejor de sí, pero me consta que en las entrevistas que ha concedido ha estado agudo y encantador.
—Jude Law encalvece con asombrosa dignidad y tiene mucho más tirón del esperado por mí. Sorprendentemente acapara al menos la mitad de las preguntas de los asistentes.
—Ya puede venir el propio dios apeado de la cruz a dar rueda de prensa, que me voy a pensar mucho lo de acudir a la siguiente.
—Guy Ritchie no es gracioso ni tiene sentido del humor, pero al menos es lo suficientemente listo para darse cuenta de que no puede competir con el aura de Downey o el encanto metrosexual y ultrapolite de Law, por lo que se inventa un alter ego de gorila monosilábico que a algunos les puede parecer el colmo del humorismo pero que a mí, informativamente, no me da más que lástima.
—Todos están contentos de haber trabajado los unos con los otros.
—Nos han dado un paraguas que mola. Es grande y caben dos familias holgadas dentro. Sin embargo, pese al chantaje, a mí la peli me ha parecido un dolor.
Nada más llegar al Círculo de Bellas Artes, con una sala habilitada para que cupieran montones de videocámaras y hasta unas maquetas tamaño irreal del londinense Big Ben a ambos lados del estrado de famosos, un traductor cuadrado, mitad 'Magnum', mitad guardián de las puertas del infierno (no sé por qué me lo imagino echando un pulso con Ritchie; bueno sí, parecen dos marineros de permiso) nos avisa de que no debemos hacer preguntas no relacionadas con la película. Como en el jardín de infancia.
Por ello, cuando llevamos veinte minutos de rueda y nuestro nivel de audacia interrogadora se asemeja peligrosamente al de un país subdesarrollado por las toneladas de loa y compadreo establecidas con nuestras víctimas (a las que la organización ha pedido que recibamos —y después nos pedirán que despidamos— con un gran aplauso), es absolutamente descorazonador que Magnum vete la única pregunta que podría crear algún titular noticioso.
Un compañero se levanta y recita:
—Están teniendo exito de taquilla, se habla de segunda parte y de Brad Pitt como Moriarty. ¿Qué hay de cierto?
—El malo (Mark Strong) pronuncia unos versículos del Apocalipsis en una de las escenas de la película, mismos versos, por otra parte que los que ya incluyera Madonna (ex del director) en uno de sus temas. ¿Homenaje o pulla, señor Ritchie?
La primera la responde sin responder el productor Joel Silver ('Matrix'): "Estamos hablando de la posibilidad de hacer otra de estas películas y las oportunidades son buenas. Esperamos decirlo pronto". De Brad, que es lo que quería subir yo al titular, ni hostias. Y me pregunto, llegados a este punto, why the fuck paga Warner billetes de avión transatlánticos a cuatro productores (Silver, la mujer de Downey, un oriental y otro más caucásico e irrelevante) si cuando les toca aclarar nuestras preguntas, tiran balones fuera.
De la segunda pregunta, jaleada con gran alborozo por parte de los concurrentes por su nivel de viperinidad y sofisticación, ni rastro en la traducción. Lost in translation total. El intérprete, que, a veces, amparado por su veloz creatividad se saca de su propia chistera preguntas que suenan a frotar de chaqueta, la obvia. Protestas en la platea. "Una pregunta por periodista", sonríe el ácido demiurgo que hace dos turnos ha permitido una doble que dejaba espacio para el lucimiento.
Varias conclusiones en forma de lista de la compra:
—Robert Downey Jr. es, junto con Clooney, la mayor estrella viva, pese a que se limita a hacer muequecicas y a parecer encantado de conocerse. En la rueda no ha dado lo mejor de sí, pero me consta que en las entrevistas que ha concedido ha estado agudo y encantador.
—Jude Law encalvece con asombrosa dignidad y tiene mucho más tirón del esperado por mí. Sorprendentemente acapara al menos la mitad de las preguntas de los asistentes.
—Ya puede venir el propio dios apeado de la cruz a dar rueda de prensa, que me voy a pensar mucho lo de acudir a la siguiente.
—Guy Ritchie no es gracioso ni tiene sentido del humor, pero al menos es lo suficientemente listo para darse cuenta de que no puede competir con el aura de Downey o el encanto metrosexual y ultrapolite de Law, por lo que se inventa un alter ego de gorila monosilábico que a algunos les puede parecer el colmo del humorismo pero que a mí, informativamente, no me da más que lástima.
—Todos están contentos de haber trabajado los unos con los otros.
—Nos han dado un paraguas que mola. Es grande y caben dos familias holgadas dentro. Sin embargo, pese al chantaje, a mí la peli me ha parecido un dolor.
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