13 may 2010

Lost, ese descalabrado serial que ya muere por fin


Inmerso (por motivos académicos) como estaba en el mundillo televisivo cuando eclosionó hace seis años, fui uno de los primeros en fijarme en 'Lost'. No había todavía tradición de descarga en nuestro país, o al menos no muy arraigada, me tragaba 'Alias' y lo nuevo de Abrams de forma convencional. Y con bastante fruición, he de decir. Luego vino el maltrato televisivo y la multiplicación de posibilidades, y dejé de consumir según la tradición ortodoxa. Tanto daba, el caso era verlo. 

Con el superfluo circunloquio preambular quiero decir que no me subí al carro porque nadie me convenciera. No tuve que tragarme tres temporadas de golpe para ponerme al día. No hubo trauma por esa parte. Ni siquiera, como hizo mi amiga Andrea, hube de coger una silla y un vaso de agua para capear el maratón de 24 episodios que Digital Plus programó de manera consecutiva un día. Todavía no sé cómo pudo hacerlo.

Llegados a un punto, cuando me di cuenta de que nunca iban a solucionar los problemas de la isla porque, sencillamente, es una isla sin remedio, seguía descargando y visionando las sucesivas temporadas por el mero hecho de no quedarme fuera de juego. No fue esa puta manía de bajarme del carro cuando todos están arriba a modo de protesta reivindicativa de lo minoritario, es que daba una pereza insoportable. Pero era un trending topic y no se podía estar al margen. Por la fuerza de la inercia llegaba a trompicones al final de cada temporada enchufando cada capítulo como un cáliz. 


Cierto que muchos de ellos tenían elementos inquietantemente adictivos, pero como conjunto no funcionaba, se les iba de las manos. (Hubo momentos de genio como el giro del final de la tercera temporada, que reseteaba todo y ponía el contador a cero, pero eso, a la larga, era sólo humo negro). Una cosa es ser capaz de crear una atmósfera lynchiana (prueba superada) y la otra interesar por motivos legítimos. 

'Lost' no es una serie que vaya de nada. No creo que explique nada (y si explica algo, no lo hace bien). Dudo que albergue un plan maestro. Como decía el profesor de Will Hunting, cuando murió su amor, su corazón siguió latiendo porque podía. Lost sobrevive porque la gente quiere acabar lo que empieza (Me consta que si no fuera por una cuestión de prestigio de marca, en España, y puede que el resto del mundo, habría dejado de emitirse hace tiempo).

Ahora ya no queda ná. Tan sólo dos capítulos para que la cara de gilipollas mundialmente extendida sea una pandemia. Enfadado como estaba en febrero por el devenir de los acontecimientos y el suceder de las tramas, en la que un capítulo tras otro me parecían calcos indistinguibles (mortalmente insufribles sobre todo cuando los monográficos trataban de los dos chinos cudeiros, del iraquí terrorista -bastante políticamente incorrecto su diseño de personaje, por cierto- o de la embarazada tarada) me borré durante un par de meses, pero grupos de Facebook acosadores que hablaban del acento canario y de los delineadores oculares de Matusalén Alpert me hicieron retomar la marcha con el único aliciente de ver con cuál de los dos coñazos de antihéroes acababa quedándose la zorra.

Preveo un final rollo Resines, o,  mejor dicho, tres, que con eso vienen amenzando desde hace un par de semanas. Una manera (si se confirma) disléxica, tosca y destalentada de abrochar una historia que prometía un montón y acababa siendo un disparate. Como las tías que te entran en un bar con la clarísima intención de encamarse y acaban yéndose escopetadas cuando se dan cuenta de lo anormal que eres. Y te quedas con cara de tonto diciendo: "Pero si ha empezado ella".

PD. Yo voy con Desmond por la forma en que dice Brotha.
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Los habrá que no comulguen con una sola de las líneas que acabo de esputar. Para los fans, propongo esta increíble página aglutinadora de Wired.

Para los que la vean a trompicones o no sepan de qué va la vaina y quieran ahorrarse las cinco primeras temporadas, linko el siguiente vídeo chistoso de 8 minutos que convalida los 99 primeros episodios:

En ocho minutos, toíto.

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