10 dic 2009

2009, un año de lo más animado

Pasará 2009 y muchos echaremos la vista atrás y diremos: "Hubo buena cosecha de animación aquel año". "Y muy variada", añadirán los más observadores. Porque lo cierto es que hemos tenido muestras de todos los tipos, y, pese a que actualidad manda y este post va dedicaco a 'Lluvia de albóndigas', estrenada esta misma semana por parte de la habitualmente ajena al género Sony, a nadie molestará, supongo que hagamos un poco de background, que de lo que se trata es de darle unas vuelticas al coco. La crítica, ese género masturbatorio no será protagonista aquí.

MIYAZAKI (AL CUADRADO)


Y empezamos por Miyazaki, que ha visto con más pena que gloria (poco público para sus pocas copias pese a sus magnífica valoración) cómo 'Mi vecino Totoro' (estrenada aquí 22 años después de en Japón, por lo que cualquiera con un mínimo de interés la había visto ya en DVD) y 'Ponyo en en acantilado' llegaban a España. Obviando el extraño y delirante vuelo que dio su cine hacia el gafapastismo más elitista (gafas de pasta de nácar por lo menos), hacia las esferas más adultas, casi dejando fuera a la muchachada con 'La princesa Mononoke' o 'El viaje de Chihiro', volvía al minimalismo, a la animación más artesana y tradicional, a la idea pequeña tratada de manera pequeña.

Dos hermanas que se mudan a una nueva casa con su padre mientras su madre se marchita en un hospital cercano y se ponen en espiritual contacto con el nuevo ecosistema ('Totoro') tienen su homólogo y heredero reflejo en otro infante que se hace amigo de una sirena ('Ponyo'). Niñez relacionada con naturaleza para dibujar mapa humano de emociones reconocibles. Miyazaki, maestro, se sucede a sí mismo y firma la más maestra de sus obras desde la referencial 'Totoro'. Así que un punto para el Japón sensible dedicado a los más pequeños, público potencial originario de la animación, así como a los adultos con sensibilidad romántica.

FOX, ESA SORPRENDENTE MÁQUINA DE HACER DINERO


'Ice Age' quería abarcar, ésta sí, a todos los públicos del mercado. A los niños con las cucamonas de la rata prehistórica en busca de su bellota saltarina y a los padres de las criaturas con los mamuts asentados, que, más que maduros, eran coñazos.

La segunda parte fue haciendo a los grandes probóscidos cada vez más insustanciales e insoportables de ver, indolencia de la que se volvió a beneficiar Scratch, cada vez más a gusto con su papel de superstar, lo que le valió algún que otro spin off y toneladas de expectación en para su tercera gran aparición, que, pese a lo blandito del guión, este año ha sido un bombazo taquillero en nuestro país. La explicación está en su genial amortización del 3D. Si no cuentas con buen material, por lo menos que parezca que te va a reventar la cabeza de un bellotazo. Golpe de efecto deficiente, languideciente y lucrativísimo.

LO DE PIXAR, INACCESIBLE PARA TODOS LOS DEMÁS


'Toy Story' y su secuela, canónicos gérmenes de todo el cine de animación vieron como Dremworks intentaba seguirles la estela, pero ellos, lejos de ponerse a competir, mantuvieron intactas sus señas de identidad sin llegar a optar por el humor menos blanco de la factoría que alumbró 'Shrek'. Los mejores técnicos los tiene Lasseter a su mando, pero también los mejores guionistas. Ahí podía estar tranquilo.

Si 'Ratatouille' o 'WallE' fueron consideradas en sus respectivas temporadas para ocupar el trono de mejor cinta del año, 'Up' no debe ser menos. No es homogéneamente genial como la culinaria tentativa de Brad Bird o el doble debut del patriarca, pero alberga un nivel de interés muy al nivel de 'Los increíbles', con un solo bajón pasajero de ritmo a la altura de su tercer cuarto. Con esta obra, arriesgada por la avanzada edad del protagonista, conflictiva a la hora del merchandising a priori, la filial de Disney ha demostrado que donde pone el ojo pone la bala. No en vano ha sido la película que más dinero ha hecho en España este año.

MÁS STOP MOTION


Henry Selick llevaba más de tres lustros deprimido por la alargada sombra de Tim Burton (desde el 93, concretamente), pues la exigencia del gótico, o del resto de productores, de poner su propio nombre en letras tan grandes como el título 'Pesadilla antes de Navidad', le condenó a un casi eterno ostracismo, a él que era el real y genuino director.

Ya esta misma década, Burton lo intentó solo y la fallida 'La novia cadáver', tremendo e inagotable foro de discusión gafapasta también, demostró que algo de mérito debía tener el pobrecito Henry. La reválida aprobó pero no pasó con nota. Por ello, había gran expectación por ver el siguiente paso del hijo ninguneado, ya sin Burton emborronándole el ego, adaptando la novela de Neil Gaiman 'Coraline'. Pues bien, el resultado, a ojos de este espectador, cínico con los colorines y demás moderneces contra su voluntad, no pudo ser más deslumbrante.

No bebe en esta ocasión Selick del musical pese a que la banda sonora es excepcional y nos presenta una fábula tan oscura en parte como las dos propuestas mencionadas anteriormente pero un tanto más optimista en la medida que sus protagonistas no están muertos (ya es un paso). La tetricidad hace acto de presencia en el tramo final, acaso el menos interesante, pero no podemos dejar de felicitarnos por una maravilla que sabe conjugar la alegría extrema de las plastilinas de 'Wallace & Gromit' con la vocacional grisura del depresivo e irregular autor de 'Eduardo Manostijeras'.

'Coraline' no es la alegría de la huerta y muchos niños seguramente salieron algo escaldados, pero puede que sea una de las que mejor envejezca y mayor tropa de seguidores aglutine con el paso de los años de todo este reporte.

ZEMECKIS ENFRASCADO


Robert Zemeckis metió por primera vez la mano en el cuenco hace dos décadas e instauró su marca de la casa con 'Roger Rabbit'. Lo suyo era el terror animado con toque de comedia amarga, estrategia a la que siguió fiel, sustituyendo dibus por efectos especiales en 'La muerte os siente tan bien'. Más tarde los grandes estudios le dijeron que se dejara de experimentos y le teledirigeron hacia su ortodoxia. 'Forrest Gump', 'Náufrago' o 'Lo que la verdad esconde' hablaban de un director de culto / Rey Midas (no olvidemos que suyos fueron los 'Regresos al futuro') capaz de hacer sombra a los más taquilleros y creativos.

Pero su fin no era ése. Su máxima, como la de Cameron (mañana veremos qué se ha sacado de la manga con 'Avatar' después de 12 años en busca de nuevos horizontes), y en su caso ligada también a la animación, es la de revolucionar las 3D. Como un Linklater industrial, coloreando y propulsando hacia el patio de butacas a sus creaciones.

Me decía mi padre el otro día:
-¿Qué película vas a ver?
-'Planet 51' o 'Cuento de Navidad', dos de animación, fue mi apresurada respuesta.
-Bueno, una es de dibujos animados y la otra de animación, querrás decir, me respondió en un acceso de audacia.
-Tienes toda la razón, le respondí.

'Cuento de Navidad', como 'Coraline', también tiene un público confuso. Su colorido y venta como una más de las animadas de este año ocultan una oscuridad inusitada en las escenas oníricas en las que Scrooge (Jim Carrey maqueado) se enfrenta a sus yo presente, pasado y futuro, todos muy tétricos. Hablan de lo ambiguo de su tono las escenas de caída libre hacia espirales de perdición y su transmutación en rata. Las antípodas de Miyazaki (consultar punto 1).

VOLVER A LO NAIF, VOLVER A DISNEY


También son antípodas del rebelde Robert dos de las propuestas más descafeinadas de la muestra: la española 'Planet 51', ya nombrada, la más cara de la historia del cine español, y la piedra angular de todo esto, el motivo del reportaje: la blanditísima 'Lluvia de albóndigas'. La primera, según relata con acierto Pedro Vallín en La Vanguardia, planea un poco por encima de Dreamworks y se bate el cobre con lo peor de Pixar. Es naif e ingenua, pero es que a veces los dibujos animados deben ser eso. Hasta los 90, de hecho, saliéndonos de algunas tiras cómicas de Warner Bros. y de los recién nacidos Simpsons, la tónica era la felicidad como motor de la felicidad. La de Sony es más de lo mismo. Su crítica soterrada a la ambición y la corrupción de las clases políticas es mero marco que adorna a una buena idea (te cambio agua por comida en forma de delirante lluvia) que acaba por hacerse larga, pesada y embarullada.

El tonto social del pueblo, aunque muy listo académicamente, quiere quitarse de una vez por todas la vitola de nerd, ganarse el respeto de familia y amigos y llevarse a la tía buena (todo lo buena que pueda estar un dibu), por lo que se deja agasajar y se emborracha de popularidad tras una feliz hazaña, quemado discurso aunque muy al alcance de los más pequeños de la camada. Sin dobleces filosóficas y apostando por un gran vitalismo estético que prácticamente había caído en desuso, supone una alternativa en apariencia vacua a la ruda carga de intensidad barajada por Zemeckis, Selick o Miyazaki (aunque éste desde el punto de partida más sutil de la muestra). Quizá lo más cercano a una peli de dibujos animados tradicional que se encontraría el criogenizado Walt Disney si por ventura de la ciencia pudiéramos resucitarle hoy de la nevera en la que todos sabemos que hiberna.


Tráiler de 'Lluvia de albóndigas'.

Valoración: 5/10

Estreno: 11 de diciembre de 2009

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